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Por Ludim Cervantes

 

Ella se escapó al final del último sueño. Encontró la pared corrediza

y se esfumó. Yo no la vi, pero lo supe cuando todos comenzaron a

hablar del mundo tras la pared. Ella dejó una grieta por donde se observa

el destello de un sol muy intenso y ruidos. Simone, metió una varita para

corroborar si era seguro. No paso nada. Tres veces por semana Simone,

Kyle, Pound y yo, íbamos a la grieta y llamábamos a Lenka. Susurramos

su nombre, silbábamos y nada. Nunca nos escuchó.

Desde hace unas noches, Lenka tenía sueños extravagantes.

¿Cómo no iba a tenerlos si vivió toda su vida en la mente de un orate?

Logró escapar cuando se quedó dormido. Dicen que se deslizó por las

páginas, una por una. Llegó al prologo y se sacudió las faldas. Yo sabía

que lo amaba pero quería encontrar algo real.

Mientras ellos duermen, nosotros venimos a la grieta y tratamos

de ver que hay detrás. Colocamos los dedos en la pared, tratamos de

sentir algo más que sus latidos. Pegamos los ojos en la ranura pero la luz

cegadora nunca conseguíamos ver nada.

Un día Kyle empujó la pared como si quisiera mover cajas o

bultos. Aferrado en abrirla. Él estaba enamorado de Lenka. Quizá fue su

desesperación o deseo que consiguió abrir la ranura con sus propias manos.

Como si, de una puerta atascada se tratara.

Sonidos desconocidos nos atacaron. Tapamos nuestros oídos. El

aroma era insoportable entre fuego y azufre Pestilencia de estiércol y

muerto que me hizo vomitar. Una avenida apareció cuando el humo gris

se esparció. Aquella ciudad humeaba, rugía. Nos confundía su lenguaje.

Las personas eras cadáveres, los hombres fantasma, las mujeres arañas.

Todo era a un ritmo monótono. Dudamos un momento en cruzar. Hasta

que Pound dio un paso y todo se quebró tras de nosotros. Escuchamos los

cristales de la grieta estrellarse contra el piso. Fue como si alguien me

traicionara. Aquella ciudad gris, tenía el cielo amarillo y quemaba. No se

parecía a ningún otro sitio donde hayamos vivido.

Simone, fue la única que no salió. Se refugió en la grieta y

nos miró con terror. Prefirió custodiar la grieta. Alertarnos si nuestros

Amos nos iban a destruir. Pensé un poco; aconseje no seguir con esto. Se

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preocuparían por nosotros. No me gustaría que mi Ama se enojara conmigo

por desaparecer así.

Sabía que Kyle quería ver a Lenka. Susurró su nombre. Quizá

apareciera. Cómo un deseo o una aparición. Yo también quería buscarla

Lenka, porque, su amo va a enfadarse cuando despierte. Es un tirano y

cuando no le sirve algo lo tira. Como los intentos de una carta. Dicen

que lleva dormido muchos años junto con nuestros amos y los que aún no

nacen. La única que ha visto sus rostros es Lenka. Solía contarnos que

ellos tienen los ojos cafés y son mitad animal, mitad humano. Que nunca

están felices y se alimentan de los sueños y la vida de otros seres vivos.

Pound pensó que se trataba de alguno de los quinientos mundos

del amo de Lenka, o el suyo o el mío. Sin embargo, al ser la única que logró

salir, debía ser un mundo creado por él. Nuestros amos son subordinados

duermen poco y beben café. Este mundo se parecía a Lenka, cansada y

enferma. Tal vez Lenka lo sabía y quiso escapar porque estaba harta de ese

Amo que la obligaba a hacer cosas que no quería, como romperle el corazón

Kyle o encerrar a Simone en una caja. Algunas veces me dejaba al borde

del limbo.

Teníamos que buscarla o su Amo estaría de mal humor y quien

sabe que sucedería si no la encuentra.

Caminamos por una avenida donde los autos no dejaban de

gritar. No entendíamos su idioma pero sí el sonido de su ira. Las calles

eran iguales unas de otras, con los mismos edificios de cristal, las mismas

paredes ocre, el aroma a cigarro y coladera. Todo ser vivo era una sombra.

Sin cara y con el andar pausado Dos vueltas aquí, allá y llegamos a una

plaza donde las sillas y mesas tenían más vida. Todo estaba pintado de

azul, amarillo y morado. Había un hombre vestido de negro, sentado en

una silla y Lenka frente a él. Corrí a ella, los demás me siguieron. Ella

nos ignoró. Al parecer el hombre era ciego, llevaba lentes oscuros y no

reaccionó aparecí frente a él.

― Tienes que volver o el amo se va enojar y nosotros seremos

parte de una comedia épica ― Le dijo Pound.

Ella nos ignoró de nuevo. Cuando el hombre se puso de pie, Kyle

empezó a hablar.

― ¿Por qué? ¿Cambiaste todo por un mortal? Este hombre no

puede verte.

VOCESLenka sonrío.

― A este hombre le gusta leerme. Siempre me lee aunque no

me vea. Se parece a ti Kyle, sólo que él odia el sol.― Explicó Lenka.―

él no sabe nada, no ve nada, no piensa, no habla, no siente, es como un

muerto. Su nombre es como cualquier otro. No es especial ni para sí mismo.

Luego nos corrió, dijo que pensaría que estaba loca por hablar sola.

Kyle soltó un golpe al suelo. Y si observaba con detenimiento,

Kyle y él estaban hechos de la misma substancia. Puede que el Amo de

Kyle se inspirara en ese hombre, o algo más aterrador…

Entonces la tierra tembló. Creí que el Amo se despertaba pero

sólo eran dragones en la plaza. Muchos mosqueteros corrían por todos

lados. Algunos tomaron un taxi, otros subieron a los edificios. La grieta

se extendió hasta llegar al cielo. Culpe a Simone por no advertir. Lenka dio

un brinco, miró asustada. Lo bueno que él no veía nada, pudo haber muerto.

Se oyeron pasos en el cielo. Como el vecino del piso de arriba

que hace ruido al despertar. La grieta ya se había rotó. Salieron más y

más criaturas hasta que se destruyó por completo la pared. Y todo se

mezcló. Dragones con rasca cielos, unicornios en el metro, abogados en

un castillo, perros en librerías. Aún así, Lenka jamás dejó que el hombre

frente a ella conociera su caos. Ni mucho menos su llanto cuando su Amo

la cambió de cuento.